13 de enero de 2011

Revista dfensor 01-11. "Trabajo sexual: un derecho por reconocer". Descargue la revista en versión PDF aquí

EDITORIAL


Fotografía: Karen Trejo/CDHDF
Ya sea como una actividad de decisión libre o forzada –que se ejerce dentro de un contexto complejo de discriminación social y laboral y que se caracteriza por los prejuicios, la pobreza y la falta de oportunidades en el mercado de empleo formal, entre otros aspectos–, el trabajo sexual se ha convertido en una opción de subsistencia para hombres, mujeres y personas de la comunidad lésbica, gay, bisexual, transexual, transgénero, travestista e intersexual. Sin embargo, la ausencia de normas que reconozcan esta práctica como un trabajo permite la existencia de políticas públicas que lo criminalizan y reprimen, elevando con ello la vulnerabilidad de quienes lo ejercen.


Consecuentemente, en nuestro país esta condición se ha convertido en un obstáculo que impide el pleno ejercicio de los derechos de las y los trabajadores sexuales, lo cual se ha materializado en una violencia institucional que se ejerce por parte de la policía, por distintas instancias públicas –entre ellas las de salud–, e incluso por el Poder Judicial.

Es preocupante que quienes desempeñan esta labor la efectúen diariamente en condiciones de inseguridad al carecer de protección jurídica para inhibir el abuso y la violencia en su contra que, con el argumento de combatir la trata de personas, se realiza por parte de las autoridades policiales y de procuración y administración de justicia, ante lo cual es urgente que este ilícito se diferencie del derecho a ejercer el trabajo sexual.

Otra grave vulneración tiene que ver con la carencia de servicios de salud adecuados para tratar y prevenir enfermedades de transmisión sexual y de alta exposición como el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida). Hay que añadir por igual las posturas divergentes sobre el trabajo sexual, ya que actores políticos, académicos y sociales discuten si ésta es una actividad que debe ser abolida, regulada o simplemente ser vista como una manifestación del derecho a la autodeterminación.

Para la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) es impostergable que las autoridades de la ciudad de México establezcan estrategias para dejar de criminalizar el trabajo sexual y afrontarlo desde una perspectiva de derechos humanos. Esto implica ofrecer opciones reales de educación, capacitación y empleo para las y los trabajadores sexuales que quieran y decidan libremente retirarse de esta actividad; mientras que para quienes por decisión propia opten por continuar ejerciéndola, ésta debe ser reconocida como un proyecto de vida que se ha de dignificar a través de políticas y programas institucionales de seguridad social, salud, educación y condiciones dignas de empleo, como ya se realiza en otros países.

En este tema la sociedad también juega un papel primordial, dado que los prejuicios morales y culturales generados en su seno fortalecen el rechazo social hacia quienes ejercen el trabajo sexual; por lo tanto, cabe reflexionar sobre el derecho que tiene cada persona a elegir libremente su forma de vida y sobre la responsabilidad del Estado para que ésta se lleve a cabo dignamente.


SECCIÓN OPINIÓN Y DEBATE

Prostitución: una visión desde los derechos humanos


Por: Mario Alfredo Hernández Sánchez y Julieta Morales Sánchez*




Ilustración: Edgar Sáenz Lara/CDHDF
 
La realidad de las personas que ejercen la prostitución es compleja y llena de matices. Aunque la historia de violencia y discriminación que afecta a quienes ejercen la prostitución –particularmente las mujeres– permite establecer ciertas regularidades en las diferentes experiencias nacionales, no debemos perder de vista que dichas personas poseen esquemas particulares para la integración de su identidad y el ejercicio de su autonomía. No obstante, el carácter universal del paradigma de los derechos humanos como forma de realización de una vida digna nos obliga a profundizar en el análisis de las condiciones que obstaculizan el pleno goce y ejercicio de los derechos de las personas que ejercen la prostitución.

Este ensayo busca plantear una visión de este fenómeno desde la perspectiva de los derechos humanos. Así, un enfoque como el presente tendrá que vislumbrar las distintas afectaciones a los derechos de este grupo de personas, diferenciando los casos en los que: 1) se producen conductas criminales (como la trata de personas); 2) se ejerce la prostitución debido a la falta de opciones de vida, a la pobreza o al desempleo; y 3) se ejerce la prostitución como resultado de una elección personal producto de su consentimiento libre e informado.1

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Notas

* Mario Alfredo es candidato a doctor en humanidades, con especilidad en filosofía política, por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM),Unidad Iztapalapa. Por su parte, Julieta Morales es profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

1. La sola mención de contraejemplos a la desigualdad de género y la violencia hacia los cuerpos de las mujeres que subyacen al fenómeno de la prostitución en general es polémica. Como ha señalado Carole Pateman, la existencia de personas que narren su paso por la prostitución como una historia de éxito económico y presenten su elección de vida como autónoma y libre no anula el hecho de que existe un contrato sexual previo y consustancial al contrato social, mismo que convierte a las mujeres en cuerpos disponibles para el uso de los varones. Y aunque se intente presentar el contrato de prostitución como una transacción comercial que se circunscribe al espacio en el que el cliente ofrece un pago y la persona que ejerce la prostitución entrega su cuerpo a cambio, y por tanto parecería que los dos extremos de la relación comercial obtienen un beneficio que los coloca en una posición simétrica, lo cierto es que es imposible retribuir por el estigma, la discriminación y el encadenamiento a la degradación que las personas que ejercen la prostitución experimentan de manera permanente. Cfr. Carole Pateman, El contrato sexual, Barcelona, Anthropos/UAM-Iztapalapa, 1995, particularmente el capítulo “¿Qué hay de malo con la prostitución?”. Se precisa que este trabajo parte de una visión que pretende ser lo más objetiva posible frente a un fenómeno social en particular. Estos aspectos se abordarán más adelante.



Perspectivas de la prostitución


Por: Norma Reyes Terán*


Fotografía: Karen Trejo/CDHDF
 En el marco de los debates sobre la prostitución, las posiciones reglamentistas y abolicionistas no son nuevas; desde el siglo xix, la posición reglamentista era defendida por los varones, quienes no veían mal la prostitución en sí misma, sino que asumían que se trataba de un trabajo socialmente útil y una actividad voluntaria que satisfacía las necesidades masculinas; sin embargo, lo que sí les preocupaba era que la prostitución pudiera convertirse en un detonante de enfermedades sexuales contagiosas, ocasionando un problema grave de salud pública, razón suficiente para decidir su regulación. En este contexto, las sufragistas abolicionistas sostuvieron que la prostitución no significaba más que el reconocimiento del valor mercantil de las mujeres, en tanto objetos sexuales; afirmaban que el significado, sexual y social, de la prostitución no debía soslayarse porque en ella se hacían presentes la dominación y sumisión sexual, derivadas de la desigualdad de los sexos.

En la actualidad, los debates sobre la prostitución tienen un gran significado y relevancia en diversas partes del mundo, provocados por la expansión mundial de industrias basadas en la producción, venta y consumo del sexo a través de múltiples formas de comercialización como la pornografía, los entretenimientos sexuales y la prostitución. En este sentido, la prostitución cuenta con canales semiinstitucionales derivados de la globalización neoliberal y las tecnologías informacionales que favorecen el deseo ilimitado por el libre mercado, donde todo se puede comprar y vender, incluido el cuerpo de las mujeres.

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Notas

* Norma Reyes Terán ha sido legisladora local y federal por Oaxaca. Doctora Honoris Causa por el Consejo Iberoamericano en Honor a la Calidad Educativa. Coautora del libro Política y género (2003), coordinado por Marcela Lagarde; y autora de Políticas públicas sensibles al género (2004) y Guía de acciones prácticas para prevenir la violencia de género y ampliar las oportunidades educativas y de salud de las niñas y mujeres en los municipios del estado de Oaxaca (2007). Dirigió el Instituto de la Mujer Oaxaqueña.




Prostitución y violencia de género


Por: Marta Torres Falcón*


Ilustración: Gabriela Anaya Almaguer/CDHDF
El uso de los cuerpos de las mujeres para procurar el placer masculino es una práctica generalizada que tiene diversas manifestaciones: anuncios publicitarios que exhiben rostros seductores, senos exuberantes, piernas bien torneadas; imágenes impresas, videos o películas con contenido sexual explícito; exigencia de ciertas características corporales o de determinada forma de vestir para la contratación laboral; uso de variados estereotipos de belleza en los medios de comunicación, etc. La lista podría llenar varias páginas.

Sin duda, es importante advertir las dimensiones de la problemática, pero el aspecto fundamental, ciertamente asociado con la extensión, es que son prácticas naturalizadas, incluso las expresiones más evidentes –como algunos espectáculos de baile (table dance) y el desnudo parcial o total (striptease)– se consideran parte de la vida cotidiana de una determinada sociedad; además, se asocian con la cultura y, en síntesis, se ven como normales.

No sorprende que en ciertas áreas de la ciudad –coloquial y significativamente llamadas zonas rojas– existan bares, centros nocturnos, calles y plazas en donde las mujeres son tratadas como objetos, meros instrumentos de placer al servicio de un público masculino. La forma más clara de cosificación de las mujeres para uso de los hombres es su contratación –¿alquiler?– para tener relaciones sexuales.

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Notas

* Doctora en ciencias sociales y profesora-investigadora en el Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Unidad Azcapotzalco. Es especialista en los temas de derechos humanos de las mujeres y violencia.




El trabajo sexual trans

Por: Angie Rueda Castillo*


Ilustración: Edgar Sáenz Lara/CDHDF

En el presente artículo se abordan las condiciones, causas y consecuencias del trabajo sexual en la vida de las personas transgenéricas y transexuales desde la perspectiva de los derechos humanos y, en particular, del derecho a la no discriminación.

El trabajo sexual

Hablar en términos de trabajo sexual en lugar del tradicional de prostitución o de otros más recientes como sexoservicio o comercio sexual para referirse al intercambio de sexo por dinero tiene que ver con una noción impulsada por el movimiento social de personas dedicadas a esta actividad que surgió en Europa y en Estados Unidos a mediados de los años setenta, y el cual buscó poner en el centro del debate los derechos humanos, entre ellos los laborales, de quienes desempeñan esta ocupación.

Las mujeres que ejercían esta actividad organizaron manifestaciones de protesta denunciando los abusos y crímenes cometidos en su contra por parte de clientes, policías y autoridades. Estas mujeres se plantearon contrarrestar la estigmatización asociada a la idea convencional de la prostitución y propusieron, en cambio, la legitimidad social de ser consideradas como personas que realizan un trabajo sexual. La categoría de trabajo sexual destaca la exigencia de derechos asociados al ejercicio de una actividad laboral inserta en el mercado del sexo.

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Notas
* Licenciada y maestra en sociología, con estudios de doctorado en ciencias sociales en la Universidad Iberoamericana. Actualmente colabora en el Departamento de Programas de Equidad de la Jefatura de Servicios de Derechos Humanos y Participación Social de la Subdirección de Atención a la Derechohabiencia del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).




SECCIÓN ACCIONES


9ª Feria de los Derechos Humanos.

Fiesta para la convivencia.


Fotografía: CDHDF
 “Necesitamos paz, necesitamos convivencia entre nosotros”, fue parte del mensaje con el que el presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (cdhdf), Luis González Placencia, inauguró las actividades de la 9ª Feria de los Derechos Humanos en el Zócalo capitalino, donde en una jornada de nueve horas se reivindicó el derecho a la ciudad mediante actividades culturales, lúdicas y artísticas.

En el marco del 62 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aseguró que la cultura de derechos humanos debe ser, ahora más que nunca, una cultura de paz, “porque los derechos escritos en algún documento no significan nada si no tienen una expresión en la vida cotidiana de niñas, niños, mujeres y hombres”, advirtió.

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SECCIÓN REFERENCIAS


La prostitución de ellos: más oculta, menos esclava**


Por: Emilio de Benito*

Ilustración: Edgar Sáenz Lara/CDHDF
En agosto pasado se efectuó en España una redada contra una red que supuestamente explotaba a 80 chicos brasileños en casas de alterne,1 lo que ha puesto cara a una realidad que suele estar escondida: la de la prostitución masculina. Según la versión de la policía, los chicos brasileños llegaban a España engañados con la promesa de un trabajo como bailarines, y para que aguantaran las jornadas laborales (tenían que estar disponibles las 24 horas al día) les daban cocaína, Viagra y poppers (un vasodilatador). Hay 14 detenidos. Tan oculta está la prostitución masculina que si se pregunta al Ministerio de Igualdad, que impulsa desde su creación trabajos sobre la prostitución, la respuesta es que ellos no tienen nada al respecto, que es un fenómeno muy marginal y, sobre todo, con un factor que, claramente, le diferencia de la prostitución femenina: entre los chaperos (un término que alguno de ellos reivindica con la misma energía con que otros lo rechazan) no suele haber explotación.

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Notas
* Periodista del periódico El País, de España.

**Reportaje publicado en periódico El País, Madrid, el 4 de septiembre de 2010, disponible en www.elpais.com/articulo/sociedad/prostitucion/oculta/esclava/elpepisoc/20100904elpepisoc_1/Tes, página consultada el 8 de diciembre de 2010.

1 “La primera red sexual masculina desarticulada en España explotó a decenas de víctimas”, El País, Madrid, 31 de agosto de 2010, disponible en www.elpais.com/articulo/sociedad/primera/red/sexual/masculina/desarticulada/Espana/exploto/decenas/victimas/elpepusoc/20100831elpepusoc_1/Tes , página consultada el 8 de diciembre de 2010.



El trabajo sexual interpretado desde la perspectiva de la no discriminación**


Por: Arturo Peláez Gálvez*

Fotografía: Karen Trejo/CDHDF
Son varias las razones que explican por qué las personas que ejercen el trabajo sexual en la calle reciben una catalogación negativa en función del entramado social que atribuye a su actividad laboral una calidad moral y humana disminuida; y todas esas razones encontraron su radicación última desde la óptica del género. Una de las manifestaciones más visibles de la desigualdad es la estigmatización que, como recurso de control social, opera a través del desprestigio público de aquellas personas a quienes se aplica. Corresponde ahora postular y discutir de qué manera el estigma vinculado con el trabajo sexual obstaculiza el goce de una serie de derechos y libertades entre las trabajadoras sexuales, y en ese sentido se ponen en marcha prácticas de discriminación en contra de ellas que tendrían que ser neutralizadas por la acción inversa, es decir, por el ejercicio del derecho a la no discriminación.

La discriminación, como concepto del uso cotidiano, se refiere a la separación de una o varias partes respecto de un todo. Desde este punto de vista tiene un valor neutro pero aplicado a las conductas realizadas para manifestar no sólo la distinción sino para procurar la exclusión, entonces adquiere un significado normativo, es decir, asociado con la postulación de un cierto deber ser o juicio de valor que se establece a partir de una argumentación de carácter metafísico, definido por la axiología o ciencia filosófica de los valores o, bien, a partir de una serie de consensos sociales que en función del prestigio adquirido por su aplicación cotidiana se admiten como válidos, aún cuando impidan el ejercicio de derechos.

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Notas

* Licenciado en filosofía y maestro en sociología política. Especialista en el estudio de la vulnerabilidad femenina en contextos migratorios y de violencia. Es académico en el Departamento Académico de Estudios Generales y Estudios Internacionales del Instituto Tecnológico Autónomo de México.

**Fragmento de El trabajo sexual en La Merced, Tlalpan y Sullivan: Un análisis a partir del derecho a la no discriminación, México, Conapred, 2008, 251 pp., disponible en www.conapred.org.mx/estudios/docs/E09-2008.pdf, página consultada el 8 de diciembre de 2010.



En el ombligo de la luna**

Por: Marcela Lagarde y de los Ríos*

Diputadas y diputados, amigas y amigos, amadas y amados:

Si hubiera que definir la democracia,
podría hacerse diciendo que es la sociedad
en la cual no sólo es permitido, sino exigido, ser persona.

María Zambrano1

http://blog.choike.org/esp/?p=663 
Es un honor, para una ciudadana feminista, haber sido considerada por esta Asamblea Legislativa para otorgarme la Medalla al Mérito Ciudadano 2010, porque es formidable coincidir con quienes nos representan.

La Asamblea Legislativa

La Asamblea Legislativa del Distrito Federal se ha significado al aprobar normas que contribuyen a un cambio de paradigma en torno a las mujeres al reconocer tres causales de aborto permitido. La tercera no fue sencilla: el derecho al aborto por violación y, finalmente, la cuarta: el derecho de las mujeres a decidir libremente la interrupción del embarazo hasta las 12 semanas de gestación.

Se trata de un conjunto de derechos sexuales y reproductivos esenciales a los derechos humanos y al empoderamiento de las mujeres, imprescindibles para lograr la igualdad entre mujeres y hombres.

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Notas
* Feminista, defensora de los derechos de las mujeres y catedrática de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).


** Discurso pronunciado por Marcela Lagarde el 28 de octubre al recibir la Medalla al Mérito Ciudadano 2010 en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.

1. María Zambrano, Persona y democracia, Barcelona, Anthropos, 1988.

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